El aumento de la grasa corporal no es el único causante del sobrepeso ni de las diferentes enfermedades causadas por llevar unos malos estilos de vida, sino que se ha demostrado que tener una pobre masa muscular empeora directamente la calidad de vida de las personas. De hecho, la mortalidad tiene una mayor relación con la falta de masa muscular que con el exceso de grasa corporal. Además, como ya hemos visto en publicaciones anteriores, el IMC no se trata de un buen indicador de la salud de una persona ya que este no nos dice nada sobre su composición corporal, siendo por tanto, el porcentaje de masa muscular el mejor indicador de salud, incluso en personas con normo peso.
Esto quiere decir que una persona cuyo IMC nos indique que tiene sobrepeso puede estar totalmente sana al tener una buena composición corporal, una buena cantidad de masa muscular y llevar unos buenos hábitos; mientras que por el contrario, una persona cuyo IMC nos indique que tiene normo peso podría encontrarse en riesgo al observar que no lleva unos buenos hábitos, que tiene una pobre composición corporal, una escasa masa muscular y, por consiguiente, una excesiva grasa corporal especialmente visceral.
Una vez que ya sabemos esto, voy a exponer todos los beneficios que conlleva tener un buen porcentaje de masa muscular y, que por lo tanto, el simple hecho de entrenar la fuerza nos aportaría:
Aumento de la densidad ósea
El aumento de la masa muscular está directamente relacionado con un aumento de la densidad ósea, de tal manera que a la vez que nosotros nos ponemos fuertes nuestros huesos también lo hacen, evitando así roturas y desgastes. Esto es especialmente interesante en mujeres, ya que tras la menopausia, nuestros huesos empiezan a debilitarse y somos muy propensas a padecer osteoporosis. En estos casos, cualquier entrenamiento de fuerza fortalecerá tus huesos y, por lo tanto, ayudará a prevenirla o, en el caso de ya padecerla, mejorará notablemente sus síntomas.
Aumento del metabolismo basal
Se ha visto que personas cuyo porcentaje de masa muscular era elevado tenían un gasto metabólico en reposo más alto que personas con un mayor porcentaje de grasa. Esto se debe a que el tejido muscular es el más costoso de mantener y, gracias al cual, aumentaremos nuestro metabolismo basal.
Aumento de la sensibilidad a la insulina
La insulina es una hormona producida por el páncreas y utilizada por nuestro organismo para disminuir los niveles de glucosa en sangre y absorberla. Cuando llevamos una alimentación en abundancia y de mala calidad sostenida en el tiempo, nuestra glucosa en sangre se encuentra disparada durante la mayor parte del tiempo. Ante esto, el organismo, a modo de supervivencia, se acostumbra a secretar cantidades muy elevadas de insulina durante largos periodos de tiempo y se vuelve “inmune” a bajas cantidades de glucosa. Es decir, que al estar acostumbrado a tener que lidiar con cantidades exageradas de glucosa día tras día, se ha vuelto muy tolerante y, cantidades bajas de la misma ya no consiguen activarla. Esto es lo que se conoce como resistencia a la insulina. Pues bien, ha sido demostrado que el ejercicio de fuerza y, por consiguiente, un aumento en la cantidad de masa muscular disminuye esta resistencia a la insulina haciendo posible restablecer el normal funcionamiento de la misma y, evitando así, llegar a padecer Diabetes Mellitus tipo II.
Reduce la presión sanguínea
La presión sanguínea es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de nuestras venas y arterias. Cuanto más alta sea esta presión más fuerza estará ejerciendo la sangre sobre estas paredes. Pues bien, este aumento de la fuerza de la sangre al pasar por nuestros vasos sanguíneos de forma permanente se debe a un estrechamiento de los mismos a consecuencia de la acumulación de grasa, es decir, que la hipertensión arterial suele estar directamente relacionada con la hipercolesterolemia. Pues bien, como en los casos anteriores, un aumento de la masa muscular puede ser de gran ayuda a la hora de reducir esta grasa acumulada en las arterias disminuyendo así, la presión arterial.
Mejora el perfil lipídico
En consonancia con el apartado anterior, el entrenamiento de fuerza y el aumento de la masa muscular aumentarán nuestro colesterol HDL (bueno) y reducirán el colesterol LDL (malo) y los triglicéridos. Esto hará que sea mucho menor la cantidad de grasas circulantes y, por lo tanto, que menos de ellas sean depositadas en nuestras arterias.
Mejora la circulación
Directamente relacionado con lo que hemos visto anteriormente, si reducimos la cantidad de grasa acumulada en nuestros vasos sanguíneos nuestra circulación será mucho mejor.
Es un potente antidepresivo
El simple hecho de entrenar la fuerza y, por consiguiente, sentirnos realizados con nosotros mismos, aumentará considerablemente nuestra sensación de bienestar teniendo el mismo efecto para nuestro estado de ánimo que un antidepresivo.
Mejora del estrés
El cortisol, la hormona del estrés, debe ser sintetizada por nuestro cuerpo en cantidades adecuadas para cumplir con su correcta función. Sin embargo, exposiciones a un estrés constante puede provocar que el cortisol se encuentre crónicamente elevado resultando, entonces, perjudicial para nuestra salud. Así, el entrenamiento de fuerza puede reducir considerablemente el estrés crónico regulando los niveles de cortisol en sangre.
Mejora nuestra capacidad de ser autónomos a medida que envejecemos
Un buen porcentaje de masa muscular puede ser un factor clave a la hora de desenvolvernos adecuadamente como personas autónomas y esto resulta indispensable a medida que vamos cumpliendo años. Una buena composición corporal está directamente relacionada con la capacidad de ser autónomos en la vejez. Aunque pienses que el entrenamiento de fuerza es algo para gente joven, a medida que vamos envejeciendo y, por lo tanto, vamos perdiendo facultades, cualquier movimiento puede llegar a suponer que estemos entrenando la fuerza. Por ejemplo, para una persona de 80 años que apenas pueda levantarse del sofá, el simple hecho de levantarse y dar unos cuantos pasos cada día puede llegar a estimular su musculatura mejorando notablemente su calidad de vida. Sin embargo, esto no significa que este movimiento vaya a ser eficaz para todo el mundo, debemos ser conscientes de nuestras capacidades y adaptar el esfuerzo a ellas. Por ejemplo, si eres una persona que sale todos los días a caminar una hora o más, posiblemente esta actividad ya no suponga ningún tipo de estímulo para tus músculos y entonces será conveniente que empieces a indagar en otras formas de entrenarlos.
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