Las dietas milagro son dietas de adelagazamiento que tienen en común la promesa de una rápida y fácil pérdida de peso. Sin embargo, este tipo de dietas también tienen en común una restricción de energía muy severa, hambre constante, dificultad para dormir, deficiencia de nutrientes, pérdida de masa muscular, sistema inmune debilitado aumentando el riesgo de padecer enfermedades y un fuerte daño en nuestra salud mental. Pero esto último no nos lo cuentan, claro. Si lo hiciesen tal vez más de uno/a se pensaba dos veces si llevarla a cabo o no.
En primer lugar, es importante que sepamos que al igual que para valorar el estado de salud de una persona no solo basta con conocer su peso, a la hora de perder peso, a diferencia de la falsa creencia que se tiene, tampoco basta con obtener un balance energético negativo, es decir, consumir menos calorías de las que se gastan, sino que se trata de un proceso mucho más complejo.
Pongámonos en la situación de una persona que desea perder peso y al no tener conocimientos básicos sobre nutrición decide buscar en internet cómo perder peso. Esta persona encontrará multitud de dietas milagro que le prometen una rápida y fácil pérdida de peso e impaciente por obtener los resultados lo antes posible decide empezar a realizar una de esas dietas (dieta de la piña, dieta détox, dieta paleo, dieta del limón, dieta del grupo sanguíneo…) cada una de ellas más restrictiva que la anterior.
Pues bien, si esta persona es capaz de llevar a cabo esta dieta, para lo cual debe tener una fuerza de voluntad enorme, conseguirá perder el peso prometido y obtendrá el físico “deseado”. Sin embargo, esto no será por mucho tiempo.
Al conseguir la pérdida de peso deseada a través de una dieta muy restrictiva, lo más probable es que esta persona deje de llevar a cabo la dieta y vuelva a su alimentación normal, la que llevaba antes de iniciar esta dieta. Llegados a este punto ocurre eso que los precursores de las dietas milagro no nos cuentan: el famoso efecto rebote.
Al haber estado sometiendo al cuerpo durante tanto tiempo a un estado de restricción alimentaria, su cuerpo, harto de esa situación y precavido por si vuelve a ocurrir lo mismo, hará que empiece a comer, sin darse cuenta, mucho más y peor de lo que comía antes de empezar con la dieta milagro. Esto se debe a que nuestro cuerpo quiere sobrevivir y la dieta milagro lo había sometido a una situación insostenible en la que su supervivencia se estaba viendo afectada, por lo que por si eso vuelve a ocurrir decide prepararse aumentando considerablemente sus reservas grasas a través de la comida. Así, esta persona volverá a ganar en poco tiempo el peso perdido o incluso más haciéndola entrar en un bucle infinito de dieta milagro – efecto rebote – dieta milagro – efecto rebote… del que es mejor salir cuando antes si no quieres que tu salud se vea afectada.
Con esto no quiero decir que no se pueda perder peso, simplemente que las dietas milagro no son una buena forma de hacerlo. El proceso de pérdida de peso, bueno, de pérdida de grasa mejor dicho, es un proceso mucho más complejo y lento, pero que si se hace bien puede asegurarnos esta pérdida de peso para siempre.
Con esto tampoco quiero decir que tengas que perder peso. Como ya sabrás el peso no es ningún indicador de salud, por lo que solo tienes que perder peso si tú quieres hacerlo. Esto es muy importante. La pérdida de peso tiene que ser un proceso de aceptación y cuidado hacia uno/a mismo/a en la que solo nosotros/as mismos/as somos los/as dueños/as de esta decisión. Pero en el caso de que quieras hacerlo, hazlo únicamente como acto de amor propio y cuidado hacia ti mismo/a.
Cualquier cuerpo es válido y bonito, pero si por lo que sea no te sientes bien con él y deseas cambiarlo, hazlo desde el respeto y el cariño, no te hagas daño realizando dietas milagro que no te van a llevar a ningún lado y que solo estarán empeorando tu salud.
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